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La segunda película animada del director Tomm Moore, Song of the Sea o La canción del mar es maravillosa.
Además de la sensibilidad con la que se desarrolla esta historia fantástica, la
relación entre los personajes está cargada de emociones, a veces
contradictorias. En esta película el amor de familia trasciende los límites
humanos, hacia un mundo lleno de selkies, seres pequeños, mitos irlandeses y la
aparición especial de la diosa celta Macha. Se hace un paralelismo entre el
mundo mítico-mágico y las situaciones de la vida real, donde solamente un
camino heroico y un proceso de reconocimiento y perdón pueden lograr el regreso al hogar.
Los personajes principales son Ben de diez años, su hermana pequeña,
Saoirse - quien no habla - y el padre de
ambos. Todos viven en un faro, en una isla lejos de la ciudad, donde vive su
abuela. La relación entre Ben y su pequeña hermana Saoirse está marcada por el
dolor de la “muerte” de su madre y la imposibilidad del padre de superar este
duelo. En el sexto cumpleaños de Saoirse aparece la abuela paterna, que es un personaje
con las mejores intenciones, pero no los mejores métodos, y ella es el motor
que permite que la historia se desencadene.
Esta historia dulce y angustiosa en igual medida, está enmarcada en los
dibujos hechos a mano, la coloración en acuarelas y los efectos hábilmente
elaborados. La narración se vuelve algo encantador y realzan la magia del
relato. Esta fábula tiene lugar durante Halloween, ese tiempo mágico en el cual
se abren las puertas entre los mundos, además tiene referencias al folklore y
mitología irlandeses.
La película está dirigida hacia un
público infantil, pero los adultos podemos disfrutarla también. Si no la han
visto, es hora de verla. También les invito a disfrutar de la primera película del
mismo director, El secreto del libro de
Kells, que tiene también notas maravillosas y mágicas y así como La canción del océano, está ambientada
en Irlanda. Por cierto, ambas películas fueron nominadas al Oscar, lo cual
puede no significar mucho, pero habla bien de su reconocimiento internacional.